El Real Madrid se quedó cortó ante el Manchester City después de que el gol de De Bruyne en la segunda parte enjuagara el tanto inicial de Vinicius. Los blancos resistieron el empuje visitante en el primer cuarto de hora, pero superaron con claridad a los de Guardiola en la segunda parte. El equipo de Ancelotti mereció algo más, pero le faltó puntería, así que la eliminatoria se decidirá en el Etihad como se esperaba. Haaland pasó inadvertido por el Bernabéu gracias al imponente marcaje de Rüdiger.
Para estos partidos Ancelotti es como el reloj de la Puerta del Sol antes de las campanadas: viejo y previsible pero no falla. No hacía falta ser Guardiola ni siquiera la Bruja Lola para adivinar el once del Real Madrid. No se iba a poner Carletto a experimentar la noche más importante del año. Así que se confirmó lo que se esperaba: Camavinga al lateral izquierdo, Rüdiger al lado de Alaba, Kroos al mediocentro y Modric a su sitio. Por supuesto que jugaba Rodrygo y por supuesto que Tchouaméni, aquel mediocentro que desapareció en el desierto de Qatar, se iba al banquillo.
Un equipo razonable y nada sorprendente. Que quedaba así: Courtois; Carvajal, Rüdiger, Alaba, Camavinga; Kroos, Modric, Valverde; Rodrygo, Vinicius y Benzema.
Enfrente Guardiola también se tomó una pastilla de coherencia para evitar sufrir un ataque de entrenador. Jugaban los que debían. Walker para defender a Vinicius, Ruben Dias y Stones para blindarse de Benzema, Rodri en el eje, tres jugones por delante (Gundogan, De Bruyne y Bernardo Silva), con Grealish a lo Vinicius y Haaland (miedito) a lo Haaland.
Sobre el césped Real Madrid y Manchester City dirimían el primer acto de lo que podría considerarse el mejor partido del mundo y, posiblemente, la final anticipada de la Champions. Un Bernabéu a reventar rugió cuando la pelota echó a rodar. Lo hizo con ritmo y vértigo. Grealish le metió una tarascada a Rodrygo a los 36 segundos que no fue amarilla de chiripa. Lo propio hizo Rüdiger con Haaland un poco después. El City trataba de acunar la pelota y el Madrid buscaba la autopista de Vinicius a la portería.
Ancelotti decidió defenderse en lo que los modernos llaman bloque bajo. Entregó la pelota al equipo de Guardiola que la recibió con los brazos abiertos. El Real Madrid no tenía gasolina para mucho más. Iba a ser un partido largo y doliente para los madridistas. De Bruyne en el 7 dio el primer aviso del City con un disparo seco y lejano que repelió tapado y como pudo el bueno de Courtois.
El City encoge al Madrid
El Madrid se volvió cholista, como otras veces con Ancelotti. Dos líneas de cuatro por delante de Courtois y a resistir. Así se le iba a hacer más largo el partido al Bernabéu que el listín de teléfonos. Otra vez Courtois metió una mano salvadora en el 13 tras un buen disparo raso de Rodri que se envenenó tras tocar en el tacón de Kroos. Y en el 14 Haaland tiró su primer desmarque y disparó raso a puerta. Atrapó Courtois. Igual que en un cabezazo posterior del propio Haaland un minuto después.
El planteamiento táctico de Ancelotti era desesperante. Y aburrido. Hubo que esperar al 17 para encontrar el primer desmarque de Benzema. No llegó porque se adelantó Ederson, más atento que el asistente de Echenique, al buen pase de Rodrygo. El Madrid, cobardón y amarrategui, seguía encajado atrás. A Carletto le valía el 0-0. Pero a Vinicius no, así que logró un valioso robo de balón en la presión que salvó in extremis Ruben Dias cuando la asistencia del brasileño iba directa a los pies de Benzema.
Rüdiger le metió una buena tarascada a Gundogan que hizo enfadar a Guardiola, tan poco acostumbrado a que toquen a los suyos. La jugada calentó un poco a un Bernabéu algo decepcionado con la actitud un poco timorata de su equipo. Habíamos superado la media hora sin que ni el Real Madrid ni el Manchester City fueran capaces de mover de su sitio el 0-0.
El Madrid, huérfano de la pelota, echaba en falta a Modric, Rodrygo y Benzema, inéditos los tres. Pero siempre nos quedará Vinicius. Siempre. El brasileño se ciñó el traje de Balón de Oro en el minuto 35 y se sacó un disparo seco y lejano para culminar casi por la escuadra una contra vertiginosa de Camavinga. El Bernabéu lo celebró como si fuera La Decimoquinta.
Vini, Vini, Vini
Con el gol de Vinicius y un par de trifulcas más, con las protestas al unísono de todos los chicos del iracundo Guardiola, nos fuimos al descanso. Del que regresamos con un Manchester City decidido a cercar otra vez el área de Courtois. Pero habían perdido el hilo y acusaban el sopapo del gol de Vinicius.
Una jugada cocinada entre Vinicius, el tacón de Carvajal y Benzema habilitó al francés dentro del área pero su disparo rozó en Stones y se fue a córner. El Real Madrid había ganado en confianza, la que había perdido el City. Que pudo recuperar en un mano a mano de De Bruyne ante Courtois. Pero, claro, las manos del portero del Madrid son las garras de Lobezno, así que el belga obró el milagro y abortó el peligro. Luego le pitaron fuera de juego.
En el 54 Alaba abortó un gol cantado de Haaland al echarse al suelo para mandar a córner el disparo del noruego. Reaccionó bien el Madrid, que cosió un par de posesiones largas que acabaron en sendos córners. Ahora le tocaba sufrir al City. El arreón blanco culminó con un disparo alto de Fede Valverde al filo del 60.
En el 61 el Real Madrid reclamó penalti por una mano de Grealish dentro del área de esas que sólo se pitan en la Liga española. El árbitro no vio tal ni le faltaba razón, porque la jugada no era para tanto. Los de Ancelotti comenzaron a dominar claramente el partido ante un Manchester City desnortado. Los blancos empezaban a merecer el segundo.
De Bruyne pone las tablas
Pero los goles no se merecen, se marcan. Y fue el Manchester City el que lo marcó en una acción imputable a un error grosero de Camavinga en la salida de la pelota. Su pase criminal provocó la recuperación del equipo citizen, que llevó la pelota a los pies de De Bruyne. El belga se sacó de la zurda un disparo seco que sorprendió a Courtois. Pues nada. 1-1 y partido nuevo de veinte minutos y pico.
El Real Madrid volvió a la carga. En la banda ni Ancelotti ni Guardiola planeaban cambios. En el 77 Ederson evitó el gol de Benzema en un cabezazo a bocajarro, que le salió algo blandito. En el 80 Carletto se animó con el primer cambio: Asensio por Rodrygo. Y luego Tchouaméni por Kroos, que había firmado un partidazo. Y de tercero a Nacho por Modric para meter al centro a Camavinga.
Transcurrieron los minutos finales y hasta el final lo intentó el Real. Un paradón de Ederson a Tchouaméni en el 89 fue la última ocasión del equipo blanco. Esta vez no hubo flor, ni fortuna ni épica. El Manchester City, que sufrió todo el segundo tiempo, resistió el arreón final del equipo de Ancelotti y se llevó al Etihad un valioso 1-1. Será allí dentro de ocho días donde se decidirá una eliminatoria en la que el Madrid, al menos por lo visto en el Bernabéu, se quedó un pelín corto.